Capítulo 5.1. Aprendiendo de la gente que importa (El almacén de los recuerdos)
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Hay personas que transmiten buenas sensaciones, aunque no sean conscientes de ello. Por lo general son los grandes desconocidos en el mundo del deporte. Si algo le estoy agradecido a mi faceta laboral es por haber tenido la enorme suerte de compartir horas y horas con personas que importan.
Al señor Luis Romero Diaz, le conocí antes de trabajar ambos en el Patronato. Era empleado del campo municipal de Pinto, como entonces se conocía el actual Amelia del Castillo. Se ocupaba de mantener en buen estado el terreno de juego, asear los vestuarios, el mantenimiento de las instalaciones, vamos. En el año 1982, le conocí más a fondo, dado que compartíamos trabajo. Me contaba sus avatares laborales de la fábrica de mosaico y de otras empresas. Para él, trabajar en el Patronato era casi una pre-jubilación. Me echaba buenas broncas si algo no lo resolvía perfectamente, pero no me enfadaba porque siempre tenía un motivo y un refrán que venían al pelo. Le llegué a considerar mi ‘padre laboral’. Te enseñaba con orgullo como hacer bien la tarea con su frase latiguillo: “para exigir hay que cumplir”, era una lección de vida. Fueron muchos años de trabajo aprendiendo a saber tratar al público. Sin levantar la voz, sin ofender, te dejaba sin argumentos para rebatirle cuando se dirigía a personas a la que tenía que reprochar cualquier acción negativa.
Siempre uso el ejemplo de lo trabajador que era: Se jubiló con los mismos balones de baloncesto que en el año 1982 compró el Patronato, de lo bien que cuidaba el equipamiento deportivo, al igual que los demás empleados de esa época. Estuvo laborando en todas las instalaciones de antaño, el campo Municipal de futbol, el campo de fútbol de la Piscina, el campo de fútbol del colegio O. Redondo (hoy el Prado); el Poli Egido, las Pistas de tenis y la Piscina municipal. Gracias, por tanto, señor Luis.
Otra persona que importa es el señor Benito Rodríguez. Al señor Benito a quien yo sustituía en las antiguas pistas de tenis de tierra batida los jueves, que era su día libre, le tuve especial cariño. Un hombre muy trabajador que inspiraba ternura; afable, simpático, parecía hablador hasta que arrancaba a hablar y te contaba su vida, sus penas y alegrías, sus chascarrillos: – ¿Por qué se pelean por un balón? Que les den uno a cada uno -, decía y, yo me tronchaba a reír. Al igual que los demás cumplió tareas laborales en todas las instalaciones deportivas de la época, siendo en el pabellón municipal Sandra Aguilar la última instalación deportiva en la que prestó servicio hasta su jubilación.
Concepción Casado Batres, ‘Conchi’, era otra de esas personas que merecen ser reconocidas. Empezó a trabajar en la administración del Patronato el 1 de marzo de 1982, lo sé a ciencia cierta porque, curiosidades de la vida, mis superiores me encomendaron enseñarle a Conchi, como se organizaban las competiciones, qué eran las licencias deportivas, hacer las clasificaciones deportivas (que entonces se hacían sin ordenadores, claro). Una de las cualidades de Conchi, era su franqueza y su honestidad, si me decía algo o me echaba la bronca por algo, yo no replicaba. Seguro que ella llevaba razón. Después de estos cometidos se le asignaron otros más relacionados con las tareas administrativas y contables del Patronato, ocupándose Lucas Guillén de las competiciones municipales. Conchi, era bastante eficiente, muy trabajadora y organizada…pero sobre todo es una excelente persona al igual que su hermana Aurora, quien también se ocupó de las tareas administrativas del Patronato. Si hay algo que me encantaría, cuando me toque retirarme dentro de poco, es hacer lo mismo con su hijo, Pedro Navarro, que tiene el título de FP TAFAD, y a mi juicio merece que se le reconozca su mérito y sea ascendido a coordinador y me toque a mí, cederle el testigo. Un relevo que simbolizaría dónde empecé y espero acabar y que ojalá pueda cumplir.
No me olvido del primer deportista profesional y conocido televisivamente que tuvo Pinto: José Alberto Pacheco. En su faceta de subdirector y/o director en funciones, encontré a una persona sin miedos a las autoridades políticas, consciente de su situación laboral a una edad muy joven por un conflicto interno de tintes políticos en el Patronato, tuvo que ejercer de máximo responsable. Cargo que siempre ha ejercido con firmeza y honestidad. Poco amigo de concesiones gratuitas y de favores a personas por el hecho de conocerle. Consciente de que no regala elogios ni de «caer simpático» en la primera impresión, a poco que le trates, verás que tienes en él un aliado, solo has de cumplir un requisito: ni le engañes ni le ocultes nada. Te defenderá ante quien sea si cometes un error, pero te pondrá en tu sitio cara a cara. Me jacto de haberle hecho enfadar bastante pero siempre, ambos en favor de lo que necesitaba la ciudadanía pinteña. Pacheco, valora mucho la lealtad, aunque eso suponga decirle lo contrario de lo que él piensa.
Siguiendo la estela de las personas que importan, toca mencionar a Juan Carlos Fernández Samblas, profesor de Educación Física, antaño bajo la dirección del Patronato y desde hace un tiempo ejerce en el Colegio Calasanz. Juan Carlos, me enseñó a redactar escritos que apelaban a las emociones en unos tiempos que era raro acudir a las emociones. Gracias a él, conocí a Irene Villa, a su madre y hermanas y a Emilio Butragueño y Sanchís, entre otras personalidades. Las cartas que les cursábamos a estas y a otras personas que importan, como Irene y Butragueno, calaban hondo y no dudaban en acudir y conocer a la gente diversa o con otras capacidades como se dice hoy en día: personas con discapacidad. Juan Carlos, es hombre que huye del protagonismo, pero no de la eficiencia y el rigor en los quehaceres diarios. Una persona que cultiva la formación.
Hay muchas más personas que importan, he descrito a algunas, pero también están Juani Villanueva, José Luis Martín, Miguel Carlos Vera, Félix Cañadillas, Ricardo Fraile, Elena Aragonés, Lourdes, Salva y un largo sinfín de gente con la que he compartido buenos momentos. Uno se nutre más de los recuerdos de los primeros años, pero también ha habido y hay personas que importan en los actuales tiempos. En todos los que menciono se pueden ver reconocidos otras personas, como el primer concejal Juan Bautista Bustos, ejemplo de integridad y Lidia Rupérez (Concejala de deportes), a quien le debemos su valentía en defender el patrimonio de Pinto a costa de ver manchada temporalmente su reputación.
He intentado hacer un repaso resumido, muy particular y muy objetivo. Pido disculpas por anticipado porque seguramente me dejo sin mencionar a muchos y también pido disculpas a quiénes no les agrade este rincón donde se les cita.