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Capítulo 6.3. María Alirangues López. Pasión por el deporte (Personajes ilustres del deporte pinteño)

Ella misma nos cuenta su trayectoria personal y deportiva “Comencé mi andadura en el balonmano de casualidad, un amigo que lo practicaba me dijo que lo pasaban muy bien y que debería, al menos, probarlo. Probé y me gustó mucho. Mi primer entrenador fue Chemo, un tipo que, sin ninguna duda, tenía claro que el deporte estaba para disfrutarlo y vivirlo. Me llevó a la Conce, mi segunda casa.

Era alevín cuando empecé a entrenar con las infantiles de la “conce y en mi primer año de infantil ya disputé una Fase Final de Madrid y un Campeonato de España de Clubes, todo un sueño haciendo lo que más me gustaba, jugar a balonmano.

Pasaron los años y crecí rodeada de valores saludables: compañerismo, trabajo, entrega, solidaridad… hasta que un día el presidente de mi club, cuando yo tan solo tenía 15 años, me dijo que iba a empezar a entrenar una escuela de niños y niñas de colegio. Mi ilusión y mi miedo estaban peleándose a partes iguales.

Una vez entré en el mundo de los entrenadores, sin duda me encantaba, era capaz de sacar lo mejor de mí, compitiendo. Llegó a mis manos un equipo, que siempre será especial, mis queridas Hormigas. Un grupo de niñas con las que empecé en el colegio (ya con experiencia en estas edades) y acabé con ellas en su último año de categoría juvenil con un grandioso viaje a Dinamarca a disputar un Torneo.

Desde 2014, he formado parte de las selecciones territoriales de la Federación Madrileña de Balonmano, en todos sus puestos: delegada, segunda entrenadora y por fin, seleccionadora de Madrid, retirándome, no sé si temporal o definitivamente, esta temporada 22/23. Será un tiempo necesario de descanso. El trabajo de un entrenador es sacrificado y más en estas fechas.

Además, el primer año que estuve en la federación madrileña, también contactó conmigo la selección nacional (categoría base), de la que sigo formando parte.

Fue en la temporada 2017-2018, cuando mi camino se unió al Club Balonmano Pinto. Mi mejor amigo en una cena, jugador a día de hoy de la plantilla del primer equipo, no sé cómo logro convencerme. A los 15 minutos de llegar a casa ya me estaba llamando el que era el presidente de la entidad.

Fue mucha gente la que me recomendó no venir a Pinto y tan solo dos personas me explicaron que iba a ser una experiencia enriquecedora a nivel de formación para mí. Y no se equivocaron.

Soy lo que soy gracias a la Conce, ellos me abrieron el camino a entrar en selecciones y a que la gente de otros clubes pudiera fijarse en mí. A partir de todo esto he tenido claro que quería dedicarme a entrenar, una profesión sacrificada y muchas veces poco agradecida, pero que me apasiona. Disciplina, trabajo, constancia… son claves para poder llegar lo más arriba posible. Y sin duda mi trampolín a todo ello ha sido el Club Balonmano Pinto.

Una vez en Pinto, desgraciadamente, se me ha dado mucha visibilidad por entrenar un equipo de hombres. Digo desgraciadamente debido a que esto no debería suponer algo novedoso, ya que pienso que ser buen, regular o mal entrenador no lo va a determinar tu sexo. Sino tu trabajo, formación, conocimientos…Pero es cierto que si no hubiese sido así la visibilidad hubiese sido mucho menor.

Por suerte este deporte está lleno de gente que valora las trayectorias y que sigue tu trabajo para poder determinar si vas a crecer o no. Los límites se los pone uno mismo y no hay que dejar de luchar.

A día de hoy voy a cumplir mi sexta temporada en la entidad pinteña. Cuando llegué “sólo” llevaba el primer equipo, a día de hoy mi implicación es máxima en el club: Entreno 3 equipos de base, además del Primera Nacional Masculino. Soy la directora deportiva del Club y formo parte de la directiva del mismo. Jornada completa, ja, ja, ja.

Estoy encantada con la gente que ha pasado y la que sigue a nuestro lado, luchando cada día por hacer crecer esta pequeña familia que cada año incrementa el número de jugadores inscritos. Supongo que es fruto del trabajo bien hecho de todos los que forman parte de ese club. Sin toda la gente que ha trabajado a lo largo de estos años sería muy difícil llegar a lo que estamos llegando en Balonmano Pinto.

El balonmano es mi pasión, pero no solo entrenar, a día de hoy no he encontrado un motivo lo suficientemente fuerte como para dejar de jugar y retirarme de las pistas.

El año anterior a venirme a Pinto, en la temporada 2017-2018, que compaginaba los dos clubes con el equipo de las Hormigas y el Primera Nacional también disputé una fase de ascenso como jugadora a División de Honor Plata, sin duda el recuerdo más bonito que me llevo de mi etapa como jugadora con unas grandísimas compañeras que a día de hoy las sigo considerando amigas.

Tengo muy claro que he tenido muy buenos maestros y referentes, y sin todo el empeño que ellos pusieron en mí, yo no me hubiese encabezonado en seguir formándome y creciendo en este mundo. Para jugar mis referentes fueron dos entrenadores que tuve: el primero, Chemo; nunca se olvida gracias a quien te introduces en el mundo del balonmano. En segundo lugar, Regui, fue mi entrenador durante toda la base y sin duda la persona que más ha confiado en mí dentro de un campo de balonmano. En cuanto a la parte de entrenadora son dos grandes entrenadores los que me han hecho crecer, seleccionar lo que me gustaba de ellos y formar mi ADN personal en cuanto a dirección de equipo. Ellos son el gran JF, con el que mantengo buen contacto y amistad. Y Héctor Aragón, probablemente el entrenador más exigente que he tenido nunca y que más me ha hecho llorar. Con ambos sigo manteniendo una buena relación, y les sigo consultando dudas cuando me siento atascada y siempre, siempre encuentro cobijo ¡¡Gracias!! Pero, sin duda, a quien más tengo que agradecer es a mi familia, aunque no estaban al principio, muy de acuerdo en que me dedicase a entrenar balonmano, siempre apoyaron mi locura y mis ganas por crecer y cumplir mis objetivos”.

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